Esta semana les comparto un pequeño texto no muy conocido de Isaac Asimov titulado “La máquina pensante”. Lo traduje de un libro estadounidense publicado en 1973 llamado “Science Fact/Fiction”, que recopiló escritos de muchos autores pioneros de la ciencia y la ciencia ficción. Aunque este texto se escribió hace más cuatro décadas, las afirmaciones y preguntas que plantea Asimov seguirán vigentes en el futuro cercano.
¿Una computadora puede pensar? Asimov intenta responder esta pregunta en “La máquina Pensante”.
La Máquina Pensante
¿Cuál es la diferencia entre un cerebro y una computadora? ¿Una computadora puede pensar?
La diferencia entre un cerebro y una computadora se puede expresar en una palabra: complejidad.
El gran cerebro mamífero es la cosa más compleja que conocemos. El cerebro humano pesa tres libras, pero en esas tres libras hay 10 mil millones de neuronas y 100 mil millones de células aún más pequeñas. Estas miles de millones de células están interconectadas en una red de gran complejidad que aún no podemos descifrar.
Incluso la computadora más complicada no se puede comparar con la complejidad del cerebro. En una computadora, el número de interruptores y componentes se cuentan por miles, no en miles de millones, como en el cerebro. Y más importante aún: el interruptor de la computadora es un dispositivo de encendido y apagado, mientras que la célula cerebral tiene una estructura interna de una complejidad tremenda.
¿Una computadora puede pensar? Eso depende de lo que se entienda por pensar. Si resolver un problema matemático significa “pensar”, entonces una computadora puede “pensar” e, incluso, hacerlo más rápido que un humano. Claro, la mayoría de los problemas matemáticos pueden resolverse mecánicamente repitiendo algunos procesos muy claros una y otra vez. Pero incluso las computadoras más sencillas de hoy se pueden configurar para hacer eso.
Se dice con frecuencia que las computadoras resuelven problemas sólo porque están “programadas” para hacerlo: sólo pueden hacer lo que les hacemos hacer. Pero hay que recordar que los humanos, justo como las computadoras, sólo podemos hacer lo que estamos programados para hacer. Nuestros genes nos “programan” en el instante en que el óvulo fertilizado se forma y nuestras potencialidades están limitadas por ese mismo “programa”.
Nuestro “programa” es mucho más complejo. Y, desde ese punto de vista, nos gustaría definir el pensar en términos de la creatividad que implica escribir una gran obra de teatro o componer una sinfonía, concebir una teoría científica brillante o un juicio ético muy profundo. En este sentido, las computadoras no pueden pensar pero entonces, viéndolo de esa manera, la verdad es que muchos humanos tampoco pensarían…
Sin embargo, si se pudiera crear una computadora lo suficientemente compleja, podría ser igual de creativa como nosotros. Si se pudiera hacer igual de compleja que un cerebro humano, podría hacer lo mismo que éste. Y suponer cualquier otra cosa, sería suponer que hay algo más en el cerebro humano que la materia que lo compone. El cerebro está hecho de células acomodadas de cierta forma y las células están hechas de átomos y moléculas acomodadas de cierta manera. Y si hay algo más ahí, aún no hay nada que lo indique. Así, duplicar la complejidad material del cerebro, implicaría duplicar todo sobre él.
¿Cuánto tiempo nos tomará construir una computadora lo suficientemente compleja que duplique el cerebro humano? Tal vez no tanto como algunos piensan. Tal vez, mucho antes de que estemos cerca de crear una computadora igual de compleja que el cerebro, construiremos una computadora lo suficientemente potente como para que diseñe una computadora más compleja que ella. A su vez, esta computadora compleja podría diseñar una más compleja y así sucesivamente.
En otras palabras, una vez alcanzado un punto crítico, las computadoras tomarán el mando y habrá una “explosión de la complejidad”. En un tiempo muy corto, después de esto, habrá computadoras capaces no sólo de duplicar el cerebro humano, sino de superarlo.
¿Y luego qué pasa? Bueno… la humanidad no está haciendo un buen trabajo liderando la Tierra. Tal vez, a su tiempo, deberemos hacernos a un lado y dejar el trabajo a quien pueda hacerlo mejor. Y si no nos hacemos a un lado, tal vez, la Supercomputadora simplemente entrará sin avisar y lo hará por nosotros.
Isaac Asimov
Traducción de Josué Molina.
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Esta semana les comparto un pequeño texto no muy conocido de Isaac Asimov titulado “La máquina pensante”. Lo traduje de un libro estadounidense publicado en 1973 llamado “Science Fact/Fiction”, que recopiló escritos de muchos autores pioneros de la ciencia y la ciencia ficción. Aunque este texto se escribió hace más cuatro décadas, las afirmaciones y preguntas que plantea Asimov seguirán vigentes en el futuro cercano.
¿Una computadora puede pensar? Asimov intenta responder esta pregunta en “La máquina Pensante”.
La Máquina Pensante
¿Cuál es la diferencia entre un cerebro y una computadora? ¿Una computadora puede pensar?
La diferencia entre un cerebro y una computadora se puede expresar en una palabra: complejidad.
El gran cerebro mamífero es la cosa más compleja que conocemos. El cerebro humano pesa tres libras, pero en esas tres libras hay 10 mil millones de neuronas y 100 mil millones de células aún más pequeñas. Estas miles de millones de células están interconectadas en una red de gran complejidad que aún no podemos descifrar.
Incluso la computadora más complicada no se puede comparar con la complejidad del cerebro. En una computadora, el número de interruptores y componentes se cuentan por miles, no en miles de millones, como en el cerebro. Y más importante aún: el interruptor de la computadora es un dispositivo de encendido y apagado, mientras que la célula cerebral tiene una estructura interna de una complejidad tremenda.
¿Una computadora puede pensar? Eso depende de lo que se entienda por pensar. Si resolver un problema matemático significa “pensar”, entonces una computadora puede “pensar” e, incluso, hacerlo más rápido que un humano. Claro, la mayoría de los problemas matemáticos pueden resolverse mecánicamente repitiendo algunos procesos muy claros una y otra vez. Pero incluso las computadoras más sencillas de hoy se pueden configurar para hacer eso.
Se dice con frecuencia que las computadoras resuelven problemas sólo porque están “programadas” para hacerlo: sólo pueden hacer lo que les hacemos hacer. Pero hay que recordar que los humanos, justo como las computadoras, sólo podemos hacer lo que estamos programados para hacer. Nuestros genes nos “programan” en el instante en que el óvulo fertilizado se forma y nuestras potencialidades están limitadas por ese mismo “programa”.
Nuestro “programa” es mucho más complejo. Y, desde ese punto de vista, nos gustaría definir el pensar en términos de la creatividad que implica escribir una gran obra de teatro o componer una sinfonía, concebir una teoría científica brillante o un juicio ético muy profundo. En este sentido, las computadoras no pueden pensar pero entonces, viéndolo de esa manera, la verdad es que muchos humanos tampoco pensarían…
Sin embargo, si se pudiera crear una computadora lo suficientemente compleja, podría ser igual de creativa como nosotros. Si se pudiera hacer igual de compleja que un cerebro humano, podría hacer lo mismo que éste. Y suponer cualquier otra cosa, sería suponer que hay algo más en el cerebro humano que la materia que lo compone. El cerebro está hecho de células acomodadas de cierta forma y las células están hechas de átomos y moléculas acomodadas de cierta manera. Y si hay algo más ahí, aún no hay nada que lo indique. Así, duplicar la complejidad material del cerebro, implicaría duplicar todo sobre él.
¿Cuánto tiempo nos tomará construir una computadora lo suficientemente compleja que duplique el cerebro humano? Tal vez no tanto como algunos piensan. Tal vez, mucho antes de que estemos cerca de crear una computadora igual de compleja que el cerebro, construiremos una computadora lo suficientemente potente como para que diseñe una computadora más compleja que ella. A su vez, esta computadora compleja podría diseñar una más compleja y así sucesivamente.
En otras palabras, una vez alcanzado un punto crítico, las computadoras tomarán el mando y habrá una “explosión de la complejidad”. En un tiempo muy corto, después de esto, habrá computadoras capaces no sólo de duplicar el cerebro humano, sino de superarlo.
¿Y luego qué pasa? Bueno… la humanidad no está haciendo un buen trabajo liderando la Tierra. Tal vez, a su tiempo, deberemos hacernos a un lado y dejar el trabajo a quien pueda hacerlo mejor. Y si no nos hacemos a un lado, tal vez, la Supercomputadora simplemente entrará sin avisar y lo hará por nosotros.
Isaac Asimov
Traducción de Josué Molina.
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