Además de revolucionar nuevos procesos técnicos en el trabajo, la escuela y la investigación científica, la pandemia por COVID-19 logró unir, en beneficio de todos, grandes cadenas de colaboración que hicieron evidente la fortaleza y poder del conocimiento cuando este se comparte y se usa en beneficio de todos.
Durante la pandemia, fuimos testigos de cómo comunidades de makers en todo el mundo se unieron para fabricar, por medio de impresión 3D, de forma casera o profesional, cubrebocas, componentes y refacciones para respiradores o caretas, que donaron a hospitales y centros de salud. Sin embargo, este fenómeno de colaboración y trabajo ya tiene tiempo gestándose.
En México y América latina, una de esta de esas grandes cadenas de colaboración en el ámbito de la tecnología de impresión 3D, es Makerbot, empresa productora de impresoras 3D de origen estadounidense que ha trabajado para romper con los prejuicios que se tienen sobre los usos de esa tecnología tan disruptiva y así, lograr hacer su uso algo más común en escuelas, empresas y hogares.
En entrevista exclusiva con Cuatro Cero, Felipe Rosales, Director General para Latinoamérica en MakerBot explicó que, si antes se concebía la tecnología de impresión 3D como inaccesible por su costo y difícil manejo, hoy, se ha mostrado que está al alcance de cualquier usuario.
“Con la pandemia, nos dimos cuenta de que, si antes necesitábamos mucha información y dispersión de conocimiento para utilizar la impresión 3D, ahora nadie duda de las capacidades ni de la facilidad de uso de esta. Mucha gente común se dedicó a crear suministros médicos con impresión 3D,” aseguró el directivo de Makerbot.
Y para lograr que la impresión 3D sea una tecnología de uso común, además de crear impresoras 3D de uso amigable, hace años, Makerbot comenzó a preocuparse por llevar a cabo un proceso paralelo de educación. Hoy en día, esta empresa ahora tiene presencia en escuelas y centros educativos por todo el mundo, incluido México.
De esta manera, Makerbot, además de dedicarse a la fabricación de impresoras 3D también crea software y contenido educativo, sumergiendo a sus usuarios en un ecosistema que hace más sencilla la concientización y enseñanza a jóvenes y adultos sobre el uso de la tecnología de impresión 3D.
“Somos el referente de la impresión 3D en la educación. Sólo en EEUU trabajamos con 6 mil escuelas. Tenemos dos libros impresos en inglés, español y portugués. Además, hemos diseñado certificaciones para educadores que utiliza la filosofía STEM y, también otra certificación para el alumno”, destacó Rosales.
Pero, además de su trabajo en escuelas, Makerbot Latinoamérica también ha realizado trabajo pedagógico sobre la tecnología 3D en PyMEs y empresas, enseñando una premisa básica: las empresas deben adaptarse, mejorar y aprender de nuevo para mantenerse vigentes.
“Hemos visto casos de ingenieros que no saben cómo interactuar con una tecnología disruptiva como la impresión 3D. Pero, en Makerbot, les enseñamos cómo poder utilizar esas herramientas”, declaró Rosales, quien confió en que la impresión 3D, en conjunto con el ingenio mexicano, será una fuente ilimitada de innovación y creación en los años por venir.
“Si una persona utiliza su ingenio y la combina con una herramienta, como la impresión 3D, que canaliza la creatividad, potencia las mejoras, disminuye los costos y agiliza los tiempos de producción, las posibilidades de creación, para el ingenio mexicano, son ilimitadas”, concluyó el directivo de Makerbot.
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Además de revolucionar nuevos procesos técnicos en el trabajo, la escuela y la investigación científica, la pandemia por COVID-19 logró unir, en beneficio de todos, grandes cadenas de colaboración que hicieron evidente la fortaleza y poder del conocimiento cuando este se comparte y se usa en beneficio de todos.
Durante la pandemia, fuimos testigos de cómo comunidades de makers en todo el mundo se unieron para fabricar, por medio de impresión 3D, de forma casera o profesional, cubrebocas, componentes y refacciones para respiradores o caretas, que donaron a hospitales y centros de salud. Sin embargo, este fenómeno de colaboración y trabajo ya tiene tiempo gestándose.
En México y América latina, una de esta de esas grandes cadenas de colaboración en el ámbito de la tecnología de impresión 3D, es Makerbot, empresa productora de impresoras 3D de origen estadounidense que ha trabajado para romper con los prejuicios que se tienen sobre los usos de esa tecnología tan disruptiva y así, lograr hacer su uso algo más común en escuelas, empresas y hogares.
En entrevista exclusiva con Cuatro Cero, Felipe Rosales, Director General para Latinoamérica en MakerBot explicó que, si antes se concebía la tecnología de impresión 3D como inaccesible por su costo y difícil manejo, hoy, se ha mostrado que está al alcance de cualquier usuario.
“Con la pandemia, nos dimos cuenta de que, si antes necesitábamos mucha información y dispersión de conocimiento para utilizar la impresión 3D, ahora nadie duda de las capacidades ni de la facilidad de uso de esta. Mucha gente común se dedicó a crear suministros médicos con impresión 3D,” aseguró el directivo de Makerbot.
Y para lograr que la impresión 3D sea una tecnología de uso común, además de crear impresoras 3D de uso amigable, hace años, Makerbot comenzó a preocuparse por llevar a cabo un proceso paralelo de educación. Hoy en día, esta empresa ahora tiene presencia en escuelas y centros educativos por todo el mundo, incluido México.
De esta manera, Makerbot, además de dedicarse a la fabricación de impresoras 3D también crea software y contenido educativo, sumergiendo a sus usuarios en un ecosistema que hace más sencilla la concientización y enseñanza a jóvenes y adultos sobre el uso de la tecnología de impresión 3D.
“Somos el referente de la impresión 3D en la educación. Sólo en EEUU trabajamos con 6 mil escuelas. Tenemos dos libros impresos en inglés, español y portugués. Además, hemos diseñado certificaciones para educadores que utiliza la filosofía STEM y, también otra certificación para el alumno”, destacó Rosales.
Pero, además de su trabajo en escuelas, Makerbot Latinoamérica también ha realizado trabajo pedagógico sobre la tecnología 3D en PyMEs y empresas, enseñando una premisa básica: las empresas deben adaptarse, mejorar y aprender de nuevo para mantenerse vigentes.
“Hemos visto casos de ingenieros que no saben cómo interactuar con una tecnología disruptiva como la impresión 3D. Pero, en Makerbot, les enseñamos cómo poder utilizar esas herramientas”, declaró Rosales, quien confió en que la impresión 3D, en conjunto con el ingenio mexicano, será una fuente ilimitada de innovación y creación en los años por venir.
“Si una persona utiliza su ingenio y la combina con una herramienta, como la impresión 3D, que canaliza la creatividad, potencia las mejoras, disminuye los costos y agiliza los tiempos de producción, las posibilidades de creación, para el ingenio mexicano, son ilimitadas”, concluyó el directivo de Makerbot.
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