El Sistema de Agua Potable y Alcantarillado de León (SAPAL) registra una eficiencia física de 70%, mientras que el promedio en México está por debajo del 50%. Esto significa que del total de agua que el SAPAL distribuye en León, sólo 30% se pierde por causas como robo, fugas o facturación incorrecta. Para lograrlo, la tecnología y una visión de largo plazo han sido clave.
¿Cómo funciona el SAPAL?
León, capital de Guanajuato, es conocida por ser la capital del calzado. En la cadena de suministro de esta industria está la curtiduría, el procesamiento al que la piel animal se somete para luego ser transformada en otros productos. Este es un proceso que requiere grandes cantidades de agua. Además, en la ciudad se han asentado diversas industrias cuya demanda de agua se suma a la de los habitantes y un floreciente mercado de turismo comercial y de negocios.
La ciudad de León tiene un clima semidesértico y sus condiciones geográficas implican excavaciones cada vez más profundas para extraer el agua que satisface esta demanda. En este escenario se fundó SAPAL como un organismo municipal público descentralizado. Representantes de los diversos sectores de la sociedad presiden su consejo directivo. Destaca que el organismo tiene la calificación crediticia Fitch Rating AA+ gracias a su eficiencia financiera.
Fundado en 1982, el SAPAL comenzó su transformación digital a finales de los 90. Para empezar, digitalizaron los planos de la ciudad para registrar la infraestructura de distribución de agua y sus características físicas. Posteriormente se sectorizó la ciudad y se determinaron subredes para facilitar el control de dicha infraestructura. De ese momento a la actualidad han ocurrido cinco cambios tecnológicos relevantes para su operación y ya se encaminan al sexto.
Ingeniería leonesa con propósito
SAPAL ha trabajado en desde esa época en su eficiencia hídrica y la sectorización de la ciudad para su monitoreo con telemetría, la incorporación de medidores a distancia, válvulas de control remoto y otras tecnologías que se operan desde su centro de monitoreo y control.
En este centro, y gracias a un software desarrollado por ingenieros leoneses, se puede operar la infraestructura y conocer las variables de su operación (el estado de motores, pozos y válvulas, la cantidad de agua que inyectan a la red, sus variables eléctricas, etc.). Así es posible, por ejemplo, detener o arrancar pozos y bombas por reparaciones, fugas o mantenimiento preventivo sin necesidad de que vaya personal al sitio.
En términos de eficiencia energética, sus macroválvulas trabajan con base en la necesidad de consumo y un calendario. Durante la noche y madrugada se reduce el flujo que poco a poco recupera su caudal conforme amanece y a lo largo del día. Así, por ejemplo, se evita alimentar fugas no detectadas y se limita el suministro para el uso racional del recurso. Además, las electroválvulas que controlan este sistema están equipadas con un panel solar y una batería para su funcionamiento.
Todo este equipo les ha permitido tener suficiente información para avanzar de la Inteligencia Artificial al Aprendizaje Automático. Ya se hicieron pruebas en tres zonas para que el sistema inteligente sea capaz de actuar de forma autónoma a partir del análisis de los datos que se han recabado desde hace 12 años y se siguen recabando hasta la actualidad. La idea es que cada punto principal de cada sector tenga un cerebro que se intercomunique con puntos estratégicos del mismo a fin de tomar decisiones y hacer predicciones basadas en datos sin necesidad de supervisión.

Innovación continua para el desarrollo
La energía necesaria para bombear agua de pozos tan profundos, el clima de la región, la falta de agua, la contaminación de los mantos acuíferos y sus bajos niveles son sólo algunos de los retos que enfrentan los leoneses para acceder al agua. Para mitigar los altos costos ante este escenario y optimizar el recurso, la tecnología ha sido la solución.
La SAPAL cuenta con la Subdirección de proyectos especiales e innovación, un equipo especializado en investigar y evaluar las tecnologías relacionadas con su misión. Así, se atienden las necesidades de la infraestructura, el área administrativa y de los clientes para buscar el más óptimo funcionamiento del organismo.
El trabajo de esta subdirección se vuelve realidad gracias al equipo de ingenieros quienes, a partir de los requerimientos de los usuarios, se dedican a seleccionar el software y el hardware, hacer las pruebas necesarias en el equipo y desarrollar la ingeniería para integrarlo y desplegarlo. A partir de lineamientos internos de estandarización de los productos, se hace la ingeniería para mejorar e integrar software y hardware.
Parte de la tecnología que utilizan es de empresas como Siemens, principalmente para las plantas de tratamiento; Horner, para las fuentes de abastecimiento y comunicaciones ethernet; y Elpro, para telemetría y recopilación de datos que luego fue mejorado con otras tecnologías para integrarles el control remoto. El desarrollo de software se ha hecho con mezcla de software libre y software con código de propietario.
La sexta revolución tecnológica que SAPAL vivirá en su interior será gracias a las innovaciones y soluciones que desarrolla su equipo. Además, trabajan en un prototipo para la captación de lluvia. Lotus Water, llamado así por su forma de flor de loto, se presentó en la primera edición de Ecomondo México, feria especializada en tecnología ambiental. Lotus Water abre sus pétalos al detectar lluvia. Tras recaudarla, la filtra y purifica para luego enviarla a una llave principal, en la que los usuarios pueden disponer de ella.
Gestión del agua, una encrucijada
León ha encontrado una solución a sus problemas hídricos en este organismo que funciona descentralizado gobierno local y administra sus propios recursos a partir de una visión empresarial de desarrollo. Un artículo publicado por la Revista Mexicana de Ciencias Agrícolas revela que la ciudadanía estaría dispuesta a pagar un poco más por el servicio de distribución de agua dada la valoración positiva del trabajo de SAPAL.
En contraste, especialistas de la Universidad de Guanajuato señalan los claroscuros de este sistema de gestión. Al respecto, reflexionan sobre cómo un organismo de este tipo centrado en la eficiencia económica deja de lado el acceso al agua como un derecho humano y que mira a los ciudadanos como clientes. Además, advierten del riesgo que la prestación del servicio de distribución de agua convierta a la ciudadanía en “clientelas políticas”.
A esto se suma el hecho de que el tratamiento del agua en una ciudad tan industrialmente desarrollada como León es un eje clave. Colaboradores de SAPAL reconocen que es un reto introducir el agua tratada como un producto atractivo para industrias que tienen un alta demanda del recurso. Estas industrias, en muchos casos, también son responsables del alto nivel de contaminación de los mantos acuíferos. En 2011, la Comisión Nacional del Agua ubicó al río Turbio como uno de los diez ríos más contaminados del país y a la industria de León como responsable de 80% de los contaminantes.
Finalmente, cada región, estado y ciudad se enfrenta a retos distintos en cuanto a agua se refiere. No podemos ignorar que garantizar el acceso al agua potable es un derecho humano y está contemplado como el sexto Objetivo de Desarrollo Sostenible de la ONU. La tecnología sin duda nos ofrece ayuda ante este reto, pero nada reemplazará la necesidad del trabajo coordinado entre ciudadanía, gobierno y empresas para garantizar el agua para las futuras generaciones.
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